23 de Febrero de 2015
Boletín No. 215
REVOLUCIÓN…
De
verdad,
y sin desmeritar el contenido que fundamenta esta palabra y los inmensos logros
que la humanidad ha obtenido a través de ella pareciese que en nuestro mundo
actual el término Revolución se suscribiera únicamente a una moda política y no
al proceso Gerencial que implica cambios y transformaciones verdaderas,
profundas, positivas y de consolidación del mayor bienestar posible a cada uno
de los integrantes de la sociedad en la cual convivimos. El significado más
cercano a lo que deseamos expresar lo refiere el Diccionario de la Real
Academia Española cuando manifiesta que Revolución es un “Cambio Rápido y
Profundo en cualquier cosa” en otras de sus acepciones también expresa que se
puede denominar como “cambio violento en las instituciones…” en lo que respecta
a obrar con ímpetu y fuerza, también se manifiesta como un elemento de “…inquietud…”. A todas estas, el proceso
Directivo, Gerencial y de Liderazgo que lleva implícito este término que
convive con nosotros necesita de la vida y potencia que podamos imprimirle
quienes tenemos responsabilidad de liderazgo en las organizaciones y puertas
adentro en los equipos de trabajo que la componen.
Los
cambios
como siempre hemos afirmado son necesarios después de procesos de evaluación y
seguimiento, de actualización y mutaciones organizacionales que nos hacen
observar que nuestras ideas y conceptos no pueden quedarse estáticos o dejar
que el tiempo de manera inexorable nos obligue a cambiar por crisis en vez de
plasmarse con razones planificadas, solo en emergencias verdaderas los cambios
se dan de inmediato sin evaluar productos y consecuencias, de lo contrario un
cambio en el ejercicio de una Revolución debe ser programado, franco, abierto,
sometido al escrutinio de las ideas tomando lo mejor de cada una de ellas para
consolidar objetivos superiores, debe estimarse el bien común, el bienestar de
la organización y de las individualidades que la constituyen, debe construirse
con armonía sin descartar sanas imposiciones que permitan lograr una meta que
favorezca a las mayorías involucradas en los resultados que deba presentar
nuestra decisión gerencial asumiendo siempre la necesidad de desprenderse del
emblemático espacio de confort que nos pudiese rodear.
Obviamente,
mover el piso y romper paradigmas en las personas y sus costumbres no es fácil
y no puedo en estas cortas líneas entregar un recetario directivo de cómo
hacerlo, pero lo que sí puedo permitirme es decirles que toda Revolución debe
inspirar cambios sustanciales no solo en la organización sino en el individuo
que vive en ella, debe instruirse al hombre en la sustancia del cambio, de lo
positivo, del avance, de las mejores estrategias para obtener la mejor
organización y un poderoso entorno que fomente su crecimiento, genere bienestar
y alta productividad, competitividad y excelencia. Por
tanto,
esta es la “inquietud” que debe sentir y tener todo Gerente, Director o Líder para conducir revoluciones o cambios
fundamentales que le permitan lograr objetivos de éxito en una organización,
buscar traducir siempre Revolución con Excelencia.
Dios les Bendiga, mis Mejores Deseos,
y un Respetuoso Abrazo Virtual.