19 de Octubre de 2020 Boletín No.382
Alguien me dijo alguna vez que un Líder es como un Padre, forma, enseña, se dedica, es responsable de lo bueno o lo malo de su representado, detiene los desvíos a tiempo, endereza el rumbo o da los golpes de timón necesarios para corregir acciones o situaciones generadas por el devenir del proceso de crecimiento y formación de los suyos, pero inclusive va más allá. Se ocupa y se preocupa de cada uno de sus liderados, toma acciones proactivas y preventivas en relación a su disposición y bienestar, sobre su evolución y desempeño, sobre su conducta, carácter e interacción con propios y extraños para que sea un eficiente y eficaz ejemplo de su legado.
Cuando eres el líder de algo o más significativo aun, cuando eres el líder para alguien ten en cuenta que de ti se espera todo, no solo algunas cosas sino “todo”. Eres el que dirige, orienta, protege, aconseja, escuchas, haces y tienes presencia en el afecto y la personalidad de los tuyos y en base a eso generas significancia, ascendencia e influencia en tu gente. Eres el más escudriñado, observado y monitoreado por tu equipo, en virtud que tus palabras y acciones se sustentan precisamente en el ejemplo y la influencia lo cual se traduce en un alto nivel de respeto y te confiere en el buen sentido del término una poderosa connotación de autoridad la cual no se ejerce ni se aplica por el mando sino por la convicción que inspira la actuación y conducción de quien dice ser el Líder. Es en base a lo que te describo en estas líneas donde se capta la esencia de un simple Jefe o de un poderoso Líder, recuerda el jefe manda, ordena, y en base a esto tiene límites, sin embargo el líder escucha, convence, modela e impacta en el individuo para hacer y lograr dejando valores agregados en los suyos que le permitan crecer y conformarse como líderes de sus espacios, generando con ello la ruptura de los límites y permitiendo un entorno de evolución y crecimiento para su gente, activando con ello fortalezas que van sembrando un camino de experiencias positivas y que consolidan el legado y trascendencia de un liderazgo efectivo.
Cuando te dicen que eres, cuando te sientes o cuando el universo a tu lado te hace sentir como el líder definitivamente tienes la responsabilidad y el alto compromiso de un buen Padre, porque aun sin tu presencia física debes marcar la pauta y generar la empatía necesaria para con el equipo y así consolidar que el mismo sea y actúe bajo los parámetros de la inteligencia y la sabiduría, los valores y los principios que marcan la diferencia para reconocerse como una obra excelsa del ejercicio de tu liderazgo. Entiéndelo, tú eres una marca en la vida y en la acción de alguien cuando verdaderamente eres un líder, porque cobras vitalidad, emociones y sentimientos en ese individuo al que trastocas con tu influencia, en eso radica mucha de tu importancia la cual primeramente debes reconocer en ti para realizar en los otros tu mejor obra, ser el mejor escultor o el mejor alfarero en la construcción de esos nuevos líderes que continuaran tu visión.
Ser el Líder es lo que hace que tu luz se convierta en faro, que tu palabra se convierta en valor, que tus acciones se conviertan en ejemplo y merezcan ser seguidas, ser el líder es lo que te hace trabajar en ti para dar a los demás. Todo lo contrario a lo expresado en estas líneas es engañarte, es no ser ese buen líder que se espera de ti o simplemente no serlo de ninguna forma. En el Liderazgo se es o no se es. Por eso te invito a que sigamos trabajando para lograr e inspirar con nuestra formación hasta sentir que somos llamados líderes en buena lid y de todo corazón. Recuérdalo.
